Decorar la habitación del bebé

Septiembre es el mes de los niños. Lo es porque los más pequeños vuelven a jugar dentro de casa. Los un poco más mayores empiezan su primer año escolar, porque los un poco más creciditos retoman los apuntes que acumulan polvo desde junio y el escritorio se llena de papeles otra vez.

Y también  porque son muchas las parejas que al final del verano incluyen en su lista de proyectos el de ampliar la familia. La llegada al mundo de un bebé es ansiada por quienes esperan, y cuando por fin sucede tal acontecimiento, el recibimiento tiene lugar en una suite que debemos disfrutar porque quizá nunca tengamos una habitación tan a nuestra medida.

Someter el color a estudio es fundamental, ya que aunque el mundo está cambiando a toda prisa, seguimos esperando el resultado de la ecografía para tomar la decisión final. En cualquier caso, la opción debe situarse en tonos suaves, pasteles, como beiges, rosas, azules, lilas, amarillos, verdes… tonalidades que produzcan un efecto sedante.

Colores que no saturen el ambiente, ya que la principal actividad que se desarrollará en la habitación es la de dormir, y los colores excesivamente intensos y vibrantes pueden alterar el sistema nervioso y producir un efecto contrario al deseado.

En las paredes, el papel pintado o decorado nos ofrece multitud de posibilidades, aunque también los vinilos de dibujos infantiles que podemos colocar sobre una pared pintada de un único color.

Y aunque las tendencias en decoración cambian a la velocidad de la luz, las habitaciones infantiles llevan un ritmo mucho más lento. Los motivos decorativos se repiten a lo largo del tiempo, ositos, pollitos, patitos, conejitos… aunque personalmente creo que es mejor dejar la fauna para las tres dimensiones y optar por la geometría. Líneas, puntos, círculos, ondas, rayas…

Los muebles también estarán diseñados a la medida del recién llegado. Armaritos en los que colgar la ropa, baldas para los patucos y los primeros zapatos. La cómoda de cajones, el cambiador… todo pequeñito.

Y presidiendo la habitación, la cuna. Puede ser blanca, de madera, con barrotes, convertible en cama, con cortinas, con un lateral deslizante…

Podemos optar por un conjunto de mobiliario lacado en blanco. De esta manera la habitación será muy acogedora, muy agradable a la vista, y además tendrá un punto romántico. Pero si nos decantamos por una madera vista, conseguiremos una decoración más duradera en el tiempo.

Vestiremos la ventana con tejidos coordinados. Debemos contar con un visillo o estor que vele los rayos del sol que se cuelan en la habitación a través de los cristales, pero sin privarnos de su luz. Además podemos añadir caídas, o un bandós para completar la decoración de la ventana.

Si el espacio nos lo permite, podemos incluir una butaca o mecedora en la que sentarnos para dar de comer al pequeño o dormirlo en brazos.

En el suelo debe haber una alfombra gruesa y de tacto suave. Conseguiremos aislar térmica y acústicamente la estancia, pero además cuando queramos darnos cuenta tendremos al pequeño gateando por todos los rincones, la alfombra cuidará de él.

La iluminación debe ser indirecta. El bebé permanece mucho tiempo tumbado, y es aconsejable que no incida sobre él ninguna fuente luminosa. La iluminación se debe llevar a cabo de abajo a arriba, con difusores que repartan la luz por toda la estancia de manera uniforme.

Los muñecos de peluche, el balancín, los mordedores y demás juguetes pondrán la nota divertida. Y no olvides que nunca hay que utilizar ambientadores en el cuarto del bebé. De cualquier casa en la que habite un bebé emanará un delicioso perfume a felicidad.

Dedicado a todos aquellos que deseen aumentar la familia pronto.

Especialmente a unos :)

Fotografías: Catálogo MiCuna Basic 2007

Por Olaia Pellón