Hace seis años Carlos Zamora abrió este encantador restaurante en una casa de los años 50 que perteneció a su familia, de la que ha mantenido su encanto, y en la que se puede sentir la brisa de la playa del Sardinero, pero en la que sobre todo, se ha mantenido la esencia de la vida familiar de una casa, y cuando vamos allí, nos sentimos como si fuera la nuestra propia.
Para acceder a este espacio, el cliente atraviesa un camino de piedras rodeado de más de 500 rosales, donde cada primavera-verano florece su terraza, se inunda de velas nocturnas y vuelven a la carta los míticos pica-pica de la casa, como los rillotos de pato al estilo imperial de Pekin, al rosti de patatas crujiente con huevos ecológicos o la terrina de foie micuit.
Para entrar al restaurante el cliente debe llamar al timbre, y en él es recibido con la naturalidad y la calidez de una vivienda particular. Es acompañado hasta la biblioteca para tomar un aperitivo entre libros, en sus cómodos sofás y al calor de la chimenea, y mientras accede a cada una de las estancias, siente la misma sensación que se tiene al atravesar el pasillo de una vivienda normal.
Con un moderno estilo ecléctico, donde vanguardia y calidez se dan la mano en sus salones, se crea un ambiente único con sillas de Vitra, mesas de mármol de Carrara, paredes con originales papeles pintados a mano y grandes cortinas de terciopelo. Sobre la mesa, carente de mantel, encontramos cuberterías de plata, copas de un cristla delicadísimo y vasos de colores, que se funden con las tonalidades de todo el espacio. Una perfecta fusión de elementos, estilos, colores...
La carta es otra pista de lo que la familia Zamora persigue en su restaurante: atrapar al cliente en una demostración de frescura, investigación y fusión utilizando productos ecológicos de pequeños productores del entorno.
Muy recomendable el pescado de lonja, el solomillo de ternera ecológica y el magret de pato de Espinosa de los Monteros (Burgos). Platos de la cocina más tradicional que nos trasnsportan a épocas pasadas, pero con toques de vanguardia que nos devuelven al momento actual.
En los postres, imposible resistirse a sus helados artesanos de Monerris o a la tarta de cumpleaños con galletas.
La carta de vinos es tan reducida como cuidada, apostando por el terruño e incluyendo denominaciones poco habituales y diversas referencias cántabras, y como sorpresa final, el sótano, donde se esconde La Bôite, una coqueta discoteca en la que tomar una copa tranquila, bailar o escuchar música.
En Deluz las tertulias se alargan hasta que cae la tarde, te enamorarás de ver pasar la tarde a través de las ventanas, y de la luz natural que inunda a raudales el comedor.
DELUZ
Dirección: C/ Ramón y Cajal nº 18
Teléfono: 942 290 606
Santander
Más artículos de: Restaurantes
Publicado el: 08-01-2013 | Autor: Olaia Pellón