Hace unos días os contamos la primera parte de nuestro viaje por Gran canaria, pero hoy queremos seguir contándoos todos los rincones que pudimos visitar.
El turismo más conocido de Gran Canaria es el del sur, un turismo de salud, belleza y relax que viaja a la isla buscando resorts enormes en los que descansar, mimarse en sus spas, tomar el sol… es un turismo excelente que nosotros hemos podido ver y que recomendamos al 100%, pero ese tipo de turismo no es el único que ofrece la isla… Gran Canaria es también el destino perfecto para aquellas personas a las que le gusta el turismo natural, los pueblos con encanto, los paisajes de montaña…
Durante nuestra estancia en la isla hemos podido visitar algunos hoteles rurales, hoteles con encanto que son auténticas maravillas. El segundo día nos alojamos en Las Longueras, una antigua casa-mansión de color rojo que se encuentra rodeada de vegetación. Un campo en el que se cultivan aguacates, naranjas…
A la mañana siguiente, y tras haber descansado de maravilla en las habitaciones de este hotel, acudimos a la Hacienda del Buen Suceso, donde disfrutamos de un estupendo desayuno. Es un edificio anaranjado con un aire típicamente canario.
Se encuentra en el centro de una inmensa plantación de plátanos, que también tuvimos ocasión de visitar y ofrece los servicios de un gran hotel de lujo, pero en un pequeño hotel; restaurante, spa, piscina…
Y tras disfrutar de ese primer café del día en la Hacienda del Buen Suceso, comenzamos a escalar la isla para dirigirnos al parador de Gran Canaria, uno de los pocos lugares de la isla en los que se deja sentir el invierno.
Tiene unas vistas maravillosas, y con el entorno tan verde que le rodea cuesta creer que estamos en una isla como Gran Canaria. Allí, acompañados por el director del hotel pudimos hacer una visita por el parador, conocer sus instalaciones, los salones, las habitaciones, e incluso la maravillosa suite de la última planta, que tiene una terraza de más de 100 metros cuadrados. Un verdadero lujo!
Terminada la visita, nos dirigimos al comedor donde pudimos comprobar que uno de los platos fuertes del parador es sin lugar a dudas la gastronomía que ofrece. DIsfrutamos de una comida extraordinaria, con sabores propios de la isla.
Una jornada maratoniana que terminó cuando llegamos a Las Calas, el hotel en el que pasaríamos nuestra última noche en la isla. Es un pequeño hotelito rural, muy familiar, con muchísimo encanto y que permite estar en permanente contacto con la naturaleza.
A la mañana siguiente nos levantamos para continuar nuestra visita a la isla, visitas menos turísticas pero que merece la epna que compartamos con vosotros porque sin duda fueron lugares de lo más especiales, pero eso os lo contamos en el siguiente post.
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Publicado el: 29-07-2013 | Autor: Olaia Pellón