Interiores que abrigan

Ya hemos pasado el puente de todos los Santos, y en contra de lo que marca el calendario, lo hemos hecho vestidos todavía con la ropa casi de verano. Sin embargo, de un día para otro el invierno se ha instalado en nuestras ciudades, y a través de la ventana, por lo menos de la mía, tan solo se ve una cortina de agua que cae sin cesar, transformando el paisaje en brillante e invernal.

El caso es que hay algo que nos ocurre a todos, y es que dependiendo de lo que en cada momento veamos a través de nuestra ventana, nos apetece ver una cosa u otra en el interior de nuestra casa.

Estos días, tras contemplar la lluvia desde la ventana, nos apetece girarnos, darnos la vuelta y encontrarnos un interior envolvente, cálido, invernal, que nos abrace y nos abrigue… Es el momento en el que los interiores rurales cobran su máximo esplendor.

La decoración de nuestra casa suele estar muy ligada a la ciudad, a la rápida vida que llevamos todos, y en la que priman los interiores funcionales. Por eso, en esta época comienzan a proliferar las escapadas de fin de semana en las que buscamos lugares que nos ofrezcan entornos cálidos, relajantes y naturales.

Parajes muy diferentes a los que vemos cada día en la ciudad, y que nos hacen sentir que  a pesar de las incomodidades que trae consigo el invierno, también tiene una parte positiva de la que se puede disfrutar.

La diferencia de sensaciones que trasmite una vivienda rural frente a una urbana reside principalmente en los materiales utilizados en su decoración.

Las paredes de piedra tienen un encanto especial, el encanto de lo natural, ya que a pesar de ser la piedra un material físicamente frío, nos trasmite una robustez que nos hace sentir a salvo, protegidos y abrigados.

Un sentimiento que también nos trasmite el aspecto natural de algunas maderas. La presencia de un nudo en la tarima de nuestro piso en la ciudad siempre nos hace dudar de su belleza, sin embargo es precisamente eso lo que la convierte en perfecta para las viviendas rurales, y hace que su uso se extienda hacia las paredes, vigas, columnas y techos, creando un microclima natural.

Los techos abuhardillados, sitúan los límites de la vivienda mucho más cerca de nosotros, lo que también contribuye a hacernos sentir más cálido el abrazo del espacio, ya que reduce su escala, equiparándola un poco más a la nuestra. Este es sin lugar a dudas uno de los puntos fundamentales que no deben faltar en una vivienda rural.

La decoración interior de cualquier vivienda situada en uno de estos  entornos, es especialmente importante. Lo es porque nuestro ocio nos situará prácticamente las 24 horas del día, o las 48 del fin de semana,  entre sus muros, realizando y disfrutando con tareas para las que las prisas de la ciudad y el día a día no nos dejan tiempo.

Es por ejemplo el momento de echar mano del mandil, para desarrollar todas nuestras capacidades culinarias y embriagar la vivienda de un aroma que entremezclado con el de la leña, hará de la hora de la merienda un placer elevado a la máxima potencia.

Por no hablar de las siestas de las que podremos disfrutar en el sofá, lejos de la ruidosa ciudad, y acurrucados bajo una cálida y envolvente manta de piel.

Pero aún podremos ir más lejos. De la ducha mañanera a toda velocidad, en este entorno podremos disfrutar de largos, cálidos y relajantes baños que tendremos tiempo de preparar.

Si además lo podemos hacer rodeados de ventanas, nos recrearemos la vista contemplando la frialdad del paisaje mientras permanecemos sumergidos en el agua, relajando cuerpo y mente. Volveremos al lunes como nuevos.

Pero además de todo esto, es una decoración y una opción para el fin de semana extremadamente romántica, en la que quizá podamos hacer realidad el sueño de que nuestro partener nos traiga el desayuno a la cama, quien sabe…

¿Te apetece? Pues prepara la maleta... que nos vamos!

Fotografías: La Mallorquina

Por Olaia Pellón

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