Manteles para vestir la mesa en cada ocasión

Los manteles ya no son sólo ese trozo de tela que protege la mesa de arañazos y manchas y que nos permite depositar los alimentos de forma higiénica sobre él. Ahora, tanto su función como sus variantes han dado un giro importante, y encontramos una gran variedad de opciones en el mercado para vestir la mesa en cualquier ocasión.

Imagen Manteles para vestir la mesa en cada ocasión

Si antes había pocos criterios que tener en cuenta a la hora de comprar un mantel (básicamente el tejido y la forma para que se acoplara a su vez a las dimensiones de la mesa), hoy, los tejidos han cambiado y hay más variedad de formatos: manteles que se acoplan a las dimensiones de la mesa o pequeños manteles individuales o caminos de mesa que cruzan la mesa y dan servicio a dos comensales cada uno.

Durante mucho tiempo ha primado la comodidad para el día a día  a la hora de elegir un mantel (fácil lavado y planchado, tejido plastificado para pasar un paño húmedo, y listo…). Pero las modas vuelven, y ahora, por ejemplo, los manteles con volantes y encajes de estilo shabby chic son tendencia, a pesar de que el planchado no es fácil.

Función: ¿comer o decorar?

El uso principal de un mantel es servir de base para comer y cubrir de paso la superficie sobre la que lo hacemos. Durante mucho tiempo, el uso del mantel distinguió a los más pudientes de los más pobres, e incluso la calidad de su tejido y su bordado podía dar muchos detalles sobre la condición social de la casa en la que se disponía para comer habitualmente o para recibir invitados.

En las comidas protocolarias, es frecuente disponer bajo el mantel un muletón: acolcha ligeramente la mesa, impide que el mantel se escurra sobre ella y que los cubiertos y el servicio de mesa hagan ruido. Pero sobre todo protege la superficie inferior del derramamiento de líquidos si se cae la bebida del vaso o copa. En las casas, a menudo se sustituye por el uso de un “hule” o tejido plastificado, aunque el truco para igualar la textura del muletón es poner una toalla que ajuste bien.

Según el protocolo, el mantel llega hasta el suelo, y no es exactamente el tejido sobre el que se come. Esta función la ejerce el cubre-mantel, de dimensiones más pequeñas que el mantel.

Pero hoy, los manteles son además un elemento decorativo como otro cualquiera. No es necesario sentarse a comer a diario para querer disponer sobre la mesa de una pieza de tela bonita que aporte un toque exótico, que combine o contraste con las tapicerías o bien que cree un foco de atención sobre un punto concreto del espacio para apartarlo de otros menos interesantes.

A menudo ocurre también que la gran mesa del salón-comedor apenas se usa en la vida diaria de la casa, y puede servir para trabajar, estudiar u ordenar los papeles que andan revueltos por la casa. En ese caso, nada mejor que protegerla con un mantel.

Mejor aún, como el eclecticismo está de moda, ¿qué tal cubrir la mesa y decorar al mismo tiempo con algún bello tejido de tipo étnico que hayas traido de algún viaje? Quizá un sari de los que utilizan las mujeres hindúes o un ikat comprado en Oriente o bien un aguayo con sus estampados precolombinos y hecho por las comunidades andinas de Sudamérica…

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Formato y dimensiones

Según manda la tradición, las dimensiones del mantel deben superar a las de la mesa al menos en un tercio de su altura por cada lado. Es decir, para saber el mantel (tal y como lo entendemos normalmente) que necesitamos para una determinada mesa, pongamos rectangular, medimos la superficie (por ejemplo 200 x 90 cm) y la altura (por ejemplo 90 cm). Añadimos a la medida dos tercios la altura (es decir, 60 cm) para cerciorarnos de que caerá por cada lado un trozo suficiente de tela. Con lo cual, la medida mínima del mantel debería ser de 260 cm x 150 cm para la mesa del ejemplo.

Si la mesa es redonda, medimos el diámetro de la mesa (90 cm, por ejemplo) y añadimos 2/3, o sea 60 cm más. El diámetro del mantel deber ser de 150 cm.

Si la mesa es ovalada, buscamos un formato ovalado de mantel procediendo con las medidas igual que en la mesa rectangular. 

No obstante, podemos tomar este cálculo como un mínimo, ya que es muy elegante que los manteles sean más largos de esta medida, e incluso que lleguen a tocar el piso.

Para los caminos de mesa tomamos la referencia para la caída de los manteles tradicionales. Son una opción simple y estilosa a los manteles tradicionales, y permiten realizar una geometría muy interesante sobre las mesas rectangulares, permitiendo el uso compartido de cada mantel a los comensales dos a dos. También se pueden disponer opcionalmente sobre un mantel.

Afortunadamente, los manteles individuales no necesitan respetar estas medidas y pueden servir para cualquier mesa. Son la opción cómoda cuando queremos hacer una cena rápida nosotros solos, quizá incluso mientras vemos la televisión. Pero también son una elección decorativa y de tendencia para mesas con varios invitados  cuando no se dispone de manteles para todas las ocasiones o se desea un toque informal. También pueden disponerse sobre un mantel largo en las comidas más formales.

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Tejidos y estilos

El hilo es el tejido tradicional de los manteles en las ocasiones especiales. Y su color, sin duda, el blanco. Puede llevar bordados, punto de cruz, “deshilaos” o filtiré, puntillas… También los manteles en tela de Panamá (hilo de Tergal 100%) con bordados, que se planchan con más facilidad, son muy apreciados.

Precios: un mantel de 170 x 200 cm en hilo con bordados de lagarterana, hecho en España, puede costar cerca de 500 euros. El mismo en tela de Panamá, unos 100 euros menos en tienda.lagarterana.com. Los manteles más ricos en detalles y tejido excepcional cuestan en esta tienda más de 800 euros.

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El lino y el algodón son por antonomasia la tela de los manteles. En función de lo que queramos planchar, se puede elegir con mezcla de poliéster (igual que las sábanas) para que se arrugue menos al lavarlo.

Precios: un camino de mesa en cáñamo y algodón de 140 x 40 cm sale en Ikea por 6 €. Un mantel de 240 x 145 cm en Ikea en algodón 100% sale por menos de 20 €.

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Los manteles engomados son un gran invento de nuestros días, que cuenta cada vez con más adeptos. Son la opción cómoda a los manteles tradicionales que hay que lavar, planchar y guardar con mucho esmero y trabajo. Pero guardan algunas de las cualidades de los manteles tradicionales en su textura. Suelen tener estampados alegres o de estilo contemporáneo, y resultan ideales para comidas y cenas con un punto informal.  Una bayeta húmeda, y quedan inmediatamente limpios y perfectos hasta la siguiente comida. También se pueden lavar siguiendo las instrucciones del fabricante.

Precios: un mantel de 250x140, en una composición de lino y viscosa, sale por 45 € en Maisons du Monde.

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Los manteles plastificados tipo hule con base gruesa se compran por metros en cualquier bazar. Es importante atender a las cualidades del plastificado, por ejemplo, que sea lo suficientemente flexible para que no se arrugue y adopte la forma de los dobleces al plegarlo. Son resistentes y aguantan bien que se pase sobre ellos un producto multiusos con un trapo suave. Ojo si limpias con productos con alcohol, porque a menudos los estampados en colores no resisten su acción.

Precios: entre las novedades, los hemos visto con elástico en Etsy.com por 70 euros en la tienda Modernjune. Por metros, la tela plastificada de alegre estampado en colores de 150 cm de ancho sale a 7 €/m en Ikea.

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Los manteles individuales de plástico duro son la opción más cómoda e informal.

Precios:  cuestan 4 €/4 unidades en Ikea en moderno estampado de pájaros.

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Categorías: Vestir hogar

Publicado el: 03-04-2013 | Autor: María Tebar

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