Purgar los radiadores

El otoño ha llegado de un día para otro y el invierno está a la vuelta de la esquina. En algunos lugares las temperaturas ya han descendido considerablemente, y seguro que hay más de uno que ha encendido un ratito la calefacción… Para que el frío no nos coja desprevenidos, lo mejor es tener a punto el sistema de calefacción de la vivienda; además de ganar en confortabilidad, también ahorraremos energía si sacamos el máximo partido a nuestros radiadores de agua caliente.

Para conseguir que éstos calienten como debe ser, una vez al año hay que someterlos a un buen mantenimiento. Lo primero es purgar la instalación. El circuito de tuberías y radiadores lleva agua en su interior, que cuando se calienta irradia calor a las estancias. Dentro del agua se suele introducir también aire, que produce ruidos en las cañerías y hace que los radiadores no se calienten de forma regular; lo notaremos porque su parte superior calienta menos que la inferior.

Para purgarlos, comenzaremos por los más próximos a la caldera. Si la casa es de dos plantas, primero se actúa en la planta baja. Hay que colocar un cubo bajo la válvula de purga (situada junto al termostato) o el tornillo (en el lateral del radiador). Giraremos la válvula (o el tornillo, con un destornillador) un cuarto de vuelta, y dejaremos salir el aire hasta que comience a brotar agua turbia. Entonces ya lo podemos cerrar y pasar al siguiente.

Los radiadores, con los años, acumulan sedimentos y restos de óxido en su interior. Para eliminarlos, primero hay que cerrar las llaves de paso que permiten la entrada y salida del agua. Después se descuelgan de la pared y se inclinan para vaciarlos de agua y residuos. Para terminar, volveremos a colgarlos y a conectarlos; llenaremos de nuevo el circuito y esperaremos hasta que la caldera tenga de nuevo una presión de 1 bar. La última medida será purgar los radiadores para eliminar el aire que haya podido entrar.

Imágenes: Cmonline, Howard Dickins,