Wilbran (un nombre único para un restaurante único) se esconde tras una fachada típica de principios del siglo pasado y guarda en su interior auténticos tesoros estéticos, originarios de la casa de comidas que hasta hace poco albergó el local. Su barra de roble, sus floridos azulejos de cerámica y los suelos hidráulicos son Patrimonio de la Humanidad Madrileño y dotan al espacio de esa autenticidad que luego se encuentra en la carta. Aunque también hay tintes de modernidad, como los coloridos tapices de sillas y banquetas o las mesas de madera desnudas que aportan informalidad. Funcionalmente Wilbran cuenta con una zona de tapas con mesas altas, una de comedor en dos alturas y un reservado con mesas vestidas de mantel largo para encuentros más íntimos y reuniones de trabajo.
Para la confección de la oferta Natalia ha buscado “la calidad que muchas veces no se encuentra en los locales de diseño y tendencia” apostando por ingredientes 100% nacionales y de temporada, seleccionados de su mejor origen posible. Las elaboraciones, por su parte, son un homenaje a la cocina de las casas y las tabernas tradicionales de Madrid: a esa tortilla de patata -jugosa sin ser líquida- que hacía como tantas la abuela de Natalia, a las lentejas y al potaje –que se ofrecen como plato del día fuera de carta -, a las alcachofas con jamón ibérico, al rabo de toro, a los callos, a la merluza a la romana o a las chuletillas de los fines de semana. Aunque también hay platos de ese recetario anónimo del día a día que hoy apenas se encuentra en la restauración moderna, como la sopa castellana, los huevos mollet sobre puré de patata –que aquí se sirven con trufa picada-, el bacalao gratinado o las albóndigas con patatas.
En la carta de Wilbran hay también propuestas para compartir, entre las que destacan las conservas premium de José Peña con arreglo casero, las almejas a la marinera, los langostinos al ajillo, los mejillones al vino, las croquetas –receta de la abuela-, los calamares fritos –de finísima tempura- o la ensaladilla rusa, llamada a competir entre las mejores de Madrid. Sobresalen también las carnes de La Finca de Jiménez Barbero en Guadarrama, especialmente el T-Bone de ternera y la hamburguesa picada a mano en el local.
Por su estratégica ubicación en el barrio de Las Salesas, Wilbran acoge a una ecléctica parroquia por la que desfilan desde los funcionarios de Justicia a mediodía hasta ese público moderno y cosmopolita que alterna entre Malasaña, Chueca y Tribal y compra en Almirante, Piamonte y Fuencarral. Por las noches, además, bajan las luces, se encienden las velas y sube la música convirtiéndose en escenario perfecto para una cena romántica, un picoteo informal o unas primeras copas con amigos. Para beber, hay cócteles clásicos, champagne Velvet Clicquot a 9 € la copa y una buena selección de vinos por copas, seleccionados de entre las cerca de 35 referencias con que cuenta su bodega.
WILBRAN
Dirección: Orellana, 19.
Teléfono: 91 308 38 08.
Email: reserva@wilbran.es
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Publicado el: 24-02-2015 | Autor: Olaia Pellón