En ocasiones, introducir en un ambiente un elemento con un color que no está coordinado en absoluto con el resto de la decoración, consigue darle al espacio un toque muy especial, una nota de color inesperada, un rayo de luz.
Es el caso de esta cocina, decorada en su totalidad en colores blancos, negros y grises. En el centro de la estancia se encuentra la mesa de comedor, también blanca, rodeada de sillas… ¡verdes!
Un punto de color en el centro de la cocina que sin embargo no resta un ápice de protagonismo al resto del espacio ni a su decoración. Todo un acierto.
Fotografías: Teyoland